Hace poco más de un mes estuve en Oaxaca. En un arranque de desesperación por no saber si quedarnos en la capital para el día del informe (que obviamente presagiaba más esos día de lo que paso) o irnos a Oaxaca de donde ya nos llegaban informes por demás inquietantes, simplemente decidí tomar “prestado” el coche de mi hermana convocar a otros tres compañeros, y aventarme a la carretera como el borras.
Todo viaje debe tener vicisitudes, y este las tuvo desde el embarque. Que si llevar volante o solo periódicos, que íbamos a hacer si nos detenían en algún retén del ejercito y se ponían necios por la propaganda, que si las tapábamos con propaganda de la CND y le jugábamos a los burócratas haciéndonos los tíos lolos, que si la gasolina, que si las casetas, que si con quien llegamos blah, blah. Total, que todo, como debe de ser, se soluciono ya en el camino y lo que no, pues no hubo tiempo de ponerse a lamentarlo.
Así llegamos a Oaxaca por la noche, y más tardamos en empezar a preguntarnos para donde ir primero, que en quedar atrapados por una barricada, hacia pocos días que la APPO había empezado a implementar el toque de queda, y nosotros no lo habíamos previsto antes de salir del DF. Así pues después de identificarnos en la barricada que nos toco quedarnos, procedimos a pasar nuestra primera noche en una ciudad que a todas luces ya nos parecía insurrecta de un modo que no habíamos visto antes.
Al día siguiente en cuanto salio el sol fuimos a buscar a compañeros de la APPO que habían estado en el DF durante las movilizaciones del Movimiento de Estudiantes no Aceptados de la UNAM y el IPN. Ellos nos dieron alojamiento en la UABJO durante el tiempo que estuvimos ahí. Tuvimos oportunidad de conocer de primera mano los métodos que empleo URO para tratar de silenciarlos, y también sus anécdotas y vivencias en la lucha. También pudimos ver como desde esos días el único resabio de la autoridad del estado que aun se respetaba eran los semáforos. Inclusive acompañamos a los compañeros en algunas acciones. Fue un tiempo muy agradable el que estuvimos ahí, entre la dignidad del pueblo de Oaxaca, y el coraje con el que luchan, para que negarlo.
Muy a nuestro pesar tuvimos que regresar, aquí las cosas seguían su curso y teníamos trabajo que hacer. Así que dos compañeros se quedaron y otros dos regresamos.
Hace poco platiqué con uno de los compañeros que se quedó. Me comentó de la situación que hay todavía por allá. Los problemas y necesidades de la lucha, etc. La amenaza latente de la represión por parte del estado. Yo todavía me pregunto, cuanto tiempo queda antes de que el gobierno desate un problema aún peor. La represión en Oaxaca tendría un costo altísimo, Oaxaca como bien se dice no es Atenco.
Yo por lo pronto ya estoy decidido, hemos estado viendo lo de los centros de acopio para la APPO, y también lo de ir a recibirlos con pintas y mantas cuando lleguen al DF. Si algo pasa antes, ya tengo listas las llaves del coche de mi hermana.